¿Alguna vez se ha sentido solo? La
soledad puede ser una decisión personal, pero también puede ser el resultado de
pérdidas o situaciones traumáticas que nos aíslan. Puede estar asociada a un
sentimiento de libertad, pero, también, puede ser causante de mucho dolor.
El pasado 30 de junio se publicó el
informe ‘De la soledad a la conexión social: Trazando un camino hacia
sociedades más saludables’ (https://www.who.int/groups/commission-on-social-connection),
el cual muestra que la soledad y el aislamiento afectan a una de cada seis
personas en el mundo, con un impacto importante en términos de salud y
bienestar. Se estima que la soledad está asociada con 100 muertes cada hora,
más de 871.000 muertes anuales. El informe describe la soledad como un sentimiento
doloroso que surge de la brecha entre las conexiones sociales que realmente
tiene una persona y las que quisiera tener; mientras que, el aislamiento social
se relaciona con circunstancias que objetivamente impiden relacionarse con
otros.
Si bien la soledad afecta a personas de todas las edades, el mayor impacto está en jóvenes, entre el 17% y 21%, con edades de 13 a 29 años, especialmente adolescentes. Adultos mayores, uno de cada tres puede estar socialmente aislado. En países de ingresos bajos, 24% de las personas se sienten solas, el doble que en países ricos. Es prevalente en grupos con mayor grado de vulnerabilidad, personas con discapacidad, migrantes, LGBTQ+, indígenas y minorías étnicas.
Nada bueno, ¿verdad? Quiero decirle que
las consecuencias son más preocupantes: Mayor
riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, deterioro cognitivo y muerte
prematura; deterioro de la salud mental, depresiones, ansiedad e ideas
suicidas; bajas calificaciones y problemas en el desempeño laboral; costos
adicionales en términos de salud y productividad, así como deterioro del tejido
social.
Hannah Arendt, filósofa alemana de origen judío, planteaba la soledad como un espacio que puede ser voluntario y contribuye a que la persona encuentre su identidad, reflexione, piense profundamente y ponga límites a la presión social; mientras que, concebía el aislamiento como la separación de los demás, no por elección, sino por las circunstancias; un estado más destructivo que impide la interacción, el intercambio de ideas, la capacidad de actuar públicamente y construir comunidad.
- Una mirada que debemos entender en el contexto político de la Alemania totalitarista de Hitler, pero que también nos invita a reflexionar sobre los autoritarismos y abusos de poder que hoy estamos experimentando en muchas regiones del mundo.
En el contexto de hoy también debemos
mirar el impacto de las redes sociales sobre la posibilidad de generar conexiones
que aporten al bienestar de las personas y de la sociedad. ¿Qué tan sola se
puede sentir una persona que prioriza el estar en redes sociales sobre el
contacto humano? El filósofo surcoreano Byung-Chul Han, en su obra ‘En el
enjambre’ (2013), dice que el hombre digital es un ser aislado, obsesionado con
la visibilidad, que se esconde detrás de una pantalla, pierde su privacidad y
la capacidad de construir un nosotros que le permita actuar de manera
solidaria.
Ahora bien, no es lo mismo estar solo o en soledad, por elección, como menciona Arendt, que sentirse solo. El primero es un espacio de libertad que ayuda al viaje interior que todos necesitamos para establecer una relación sana con nosotros y con los otros. Distinto de sentirse solo, abandonado o rechazado, pensando que no somos suficientes o no pertenecemos a un lugar.
Es aquí donde podríamos decir que la soledad puede ser
el espacio de mayor libertad para un ser humano o la peor cárcel para alguien
que está herido y cree que no tiene posibilidad de avanzar. Esto es lo que
Hannah Arendt llama la soledad interiorizada, una condición existencial que nos
separa del mundo y nos hace sentir aislados, desconectados.
¿Vamos a ser capaces de salir de esta carrera absurda en la que tantas personas se sienten solas y se quedan en el camino?
La vacuna contra la soledad y el aislamiento es la empatía, un corazón
abierto al sufrimiento propio y del otro. Lo invito para que revise cómo están
sus conexiones, con usted y con los que lo rodean. ¿Hay alguien que esta
necesitando de su ayuda?
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