En junio de 2015 se estrenó la película Inside
Out ‘Intensamente’ de Disney Pixar, que nos lleva al interior de la
mente de una niña de 11 años, Riley, en plena transición de la niñez a la
adolescencia, mientras que sus padres deciden moverse de un pueblo pequeño a la
ciudad. Enfrentar esto no parece fácil y
las emociones de la niña se salen de control. Alegría y tristeza se desconectan de las demás
y empiezan un recorrido loco en el que alegría trata de que su compañera se
levante y deje de llorar; mientras que furia, desagrado y temor toman el
control. Al final, la personalidad de Riley se desmorona completamente; es lo
que sucede cuando cualquiera de nosotros, sin importar la edad, dejamos que las
emociones tomen control de nuestra vida, y, cuando una de ellas, en este caso
la alegría, busca callar a la tristeza, lo que no genera resultados positivos.
Nueve años después, junio de 2024, Pixar estrena
Inside Out II ‘Intensamente II’ donde nos encontramos con una Riley adolescente,
enfrentando cambios importantes; cambio de colegio y de amistades. Aparecen nuevas emociones: envidia, vergüenza
y aburrimiento, con ansiedad al mando de todo. Riley tiene 13 años y podríamos pensar que el
nivel de ansiedad que la lleva a actuar de manera desenfrenada es producto de
la edad, pero no es así. Los trastornos
de ansiedad son los trastornos mentales más comunes en el mundo; se calcula que
un 4% de la población mundial padece un trastorno de esta naturaleza. En 2019,
según cálculos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 301 millones de
personas tenían un trastorno de ansiedad, afectando principalmente a las
mujeres; sus síntomas aparecen en la infancia o en la adolescencia; y, solo una
de cada cuatro personas recibe tratamiento.
¿Cómo sé si sufro de ansiedad? Si me preocupo ‘más
de la cuenta’ ante una situación específica, o si todo en la vida me genera
mucha preocupación. Podemos reconocerla por dificultad para concentrase o tomar
decisiones; irritabilidad, tensión o inquietud; náuseas y vacío en la boca del
estómago; palpitaciones; sudoración, escalofrío o temblor; trastornos del
sueño; sensación de peligro, pánico o catástrofe; una de estas o varias
simultáneamente. La ansiedad puede
aumentar el riesgo de depresión -pérdida de interés y motivación- y de
trastornos asociados con adicciones, así como de ideas y conductas suicidas.
¿Cuál es la causa? Lo mismo que pasa con otras
condiciones de salud mental, la ansiedad es resultado de factores biológicos,
psicológicos y sociales. Cualquiera
puede tener un trastorno de ansiedad. Sin embargo, los vacíos y heridas que
traemos desde la niñez, producto de padres ausentes o con algún tipo de
adicción, maltrato y falta de afecto adecuados, reglas demasiado rígidas y
estándares muy altos, conflictos y violencia intrafamiliar, se convierten en
factores de riesgo para desarrollar un trastorno de ansiedad.
¿Cómo hago para controlar mis emociones? Por favor, no trate de controlarlas. En primer lugar, ellas tienen mucha fuerza y no se quedan calladas tan fácil. En segundo lugar, las emociones son señales que capta nuestro cerebro y vienen a decirnos algo que necesitamos reconocer. No es un ejercicio cerebral. Cuando tratamos de controlar una emoción, lo que hacemos es generar una pelea en nuestro cerebro y callarla aumentará el ruido en nuestra cabeza y el malestar en nuestro cuerpo.
Antonio Damasio, neurólogo y neurocientífico
portugués, dice que el cuerpo sabe cosas que la mente no alcanza a percibir, y
es que, cuando el cerebro recibe un estímulo que dispara una emoción,
inmediatamente se envía un mensaje al cuerpo o a uno de nuestros órganos:
opresión en el pecho, malestar en el estómago, tensión en los músculos o
cualquier otro dependiendo de la emoción, es tan rápido que nuestra mente
todavía no lo ha procesado y no somos conscientes, y, antes de que nos demos
cuenta reaccionamos de manera automática.
Pasar de la reacción automática a la acción
consciente implica reconocer cómo está nuestro cuerpo, si hay algún dolor,
malestar o sensación que nos incomoda; identificar cuál es la situación que nos
está ‘gatillando’ algo; reconocer quién está ahí, si es miedo -ante el
peligro-, si es tristeza -por la pérdida de algo valioso-, si es rabia -frente
a una injusticia-, si es ansiedad -miedo anticipado ante algo que todavía no
sucede-; en fin, la que sea. La reconocemos para hacernos cargo de ella y, como
en la película de Pixar que recomiendo ver, aceptarlas e integrarlas de manera
saludable en nuestra vida. En mi próxima columna les contaré un poco más sobre
este camino.
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