Estaban
doña hipopótamo, la señora cocodrilo y mamá mosquito, hablando sobre lo buenos
que eran sus niños. Una conversación que escuchaban quienes pasaban por allí. Al día siguiente, Hipopotamín, Cocodrilucho y
Mosquitejo se dedicaron a mostrar a todos su bondad. El pequeño hipopótamo llevó agua a todos los
animales enfermos de la zona que no podían ir al estanque para beber; el cocodrilo pasó
el día vigilando la orilla y actuando de socorrista, evitando
que se ahogaran los animales despistados. Todos felicitaron a Hipopotamín y
Cocodrilucho, y se preguntaban qué podría hacer el pequeño mosquito, que fuera
comparable con tan bellas acciones. El mismo Mosquitejo pensaba que no podría
igualar a sus amigos grandes. En lugar
de rendirse, se
fue a hablar con otros y buscar a sus amigos, lo que le
permitió llegar por la noche con un ejército de animales: monos, hormigas,
leones, elefantes, serpientes, búfalos, escorpiones, jirafas; su objetivo era dedicarse, por
un día, a mejorar la vida de la laguna. Tal fue la inspiración y el esfuerzo conjunto,
que lograron resolver los problemas y renovar el lugar. Todos los habitantes
del pantano estaban encantados con lo que hicieron los animales, inspirados por
la bondad de las mamás del pantano. (Pedro
Pablo Sacristán).
Cuántas veces confundimos liderazgo con autoridad; pensando que liderar es ejercer el poder para que otros obedezcan y hagan lo que consideramos correcto. Liderazgo y autoridad o liderazgo y dirección, son dos polos de un continuo; en cada extremo hay un ser humano con formas diferentes de aproximarse a la realidad.
El profesor Ronald Heifetz, director fundador
del Centro para el Liderazgo Público en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy
de Harvard, plantea una metáfora muy interesante ¿A quién acudimos cuando hay una
fractura? A un ortopedista que,
siguiendo un protocolo establecido, soluciona la situación con métodos y
herramientas adecuados para las características de la lesión. ¿Qué pasa cuando
el organismo empieza a debilitarse y los exámenes arrojan un diagnóstico de
cáncer en una etapa avanzada? Hay un oncólogo que se encarga de que el paciente
cuente con la atención adecuada; pero esto no es suficiente, se requiere un
equipo de profesionales de la salud que acompañen el tratamiento y cuidado
integral del paciente. Ésta, dice
Heifetz, es la diferencia entre gerenciar o dirigir y liderar. No se trata de
dar instrucciones y hacer seguimiento, se requiere contar con una red de apoyo,
para trabajar colaborativamente con otros especialistas, paciente, familiares y
amigos.
Así como, el conocimiento y la experiencia de un solo profesional se quedan cortos para tratar una enfermedad complicada, tampoco se puede abordar la complejidad e incertidumbre de este mundo BANI <brittle: frágil y quebradizo, ansioso, no lineal e incomprensible>, como lo denomina el futurólogo Jamais Cascio, con el conocimiento y habilidad de un director técnico. La incertidumbre y los cambios constantes no sacan lo mejor de nosotros, especialmente cuando venimos de un mundo relativamente estable donde era posible proyectar el futuro a partir del pasado. La necesidad que tenemos de avanzar rápido, comprenderlo todo, y generar resultados concretos en el menor tiempo posible se convierte en una ilusión que, desafortunadamente, lleva a perder la calma y, no pocas veces, a buscar responsables afuera, en cambio de detenernos para identificar los aprendizajes que nos permitirán hacerlo mejor la próxima vez.
Liderar no es una tarea de método o herramientas, es un ejercicio que empieza por el interior de cada uno de nosotros, es un proceso humano que invita a reconocer, desde la humildad, nuestro auténtico yo vulnerable, que no tiene todas las respuestas, que se puede equivocar, que tiene miedo, y a veces también siente vergüenza. Solo así, conectados con nuestra esencia podremos sacar, como las mamás del pantano, nuestro ser compasivo y bondadoso, que no busca imponer, controlar y señalar, sino inspirar, facilitar y acompañar.
Me gustaría invitarlo a leer detenidamente el cuento del comienzo, donde, desde la mirada apreciativa de las mamás, el espíritu bondadoso -generoso- de los hijos, un propósito superior que beneficia a todos, el reconocimiento de las capacidades de cada uno, y el esfuerzo compartido, se construye de manera colaborativa una solución para todos.
Fortalecer un
liderazgo más humano empieza en el hogar, pasa por la escuela y la Universidad,
debe permear la empresa y todos los ámbitos de la sociedad; es una tarea que
empieza por revisar qué tenemos en nuestro interior y qué cambios necesitamos
hacer, para ser parte de la solución, en cambio de quedarnos en los juicios, el
escepticismo y el miedo.
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