Sin duda las emociones son importantes, pero dejarnos llevar por
ellas, no gestionarlas y permitir que se hagan cargo de nuestras decisiones y
acciones puede ser realmente perverso para nosotros, el entorno y el país.
Podría sonar exagerado; sin embargo, parece que es la forma en que decidimos y
actuamos al momento de ejercer el ‘sagrado derecho’ al voto; especialmente
cuando vemos las redes sociales repletas de mensajes apasionados, por no decir
‘llenos de fanatismo’ defendiendo un candidato y atacando al del partido
contrario. Y, para completar,
compartiendo información que, en muchas ocasiones, no solo es falsa, sino que
distrae y genera confusión.
Moisés Naím, analista y escritor de economía y política, acaba de
publicar ‘La revancha de los poderosos’,
un libro que el editor de noticias de este diario resaltó el fin de semana en
su columna ‘Hablemos de libros’, el cual sugiero como lectura primordial para
los colombianos antes de votar en las próximas elecciones presidenciales. Como ciudadanos necesitamos entender que las
dictaduras del siglo pasado no han desaparecido; por el contrario, se están
fortaleciendo, enmascaradas por lo que Naím denomina la ‘sigilocracia’;
mientras que los autócratas del siglo XX usaban la fuerza bruta para destruir
el Estado, los del siglo XXI la socaban manteniendo una apariencia de legalidad,
de manera que sobreviven con disimulo, imitando las instituciones que desde el
poder buscan corromper y destruir.
Los autócratas de ‘3P’: Populismo; Polarización; Posverdad, como
los denomina el autor, son dirigentes que llegan al poder a través de procesos
electorales democráticos, ocultan sus planes detrás de confusión burocrática, recursos
seudolegales, manipulación de la opinión, y represión de la crítica y los
oponentes; a medida que su posición se consolida, la máscara se cae, pero
desafortunadamente ya es muy tarde. Hacer
creer que representan la voluntad del pueblo y que están para defender sus
intereses es Populismo; atacar a los oponentes hasta demonizarlos, acudiendo a
temas que generan divisiones y radicalismos es Polarización; generar confusión,
al punto que las personas no pueden distinguir entre verdad y mentira es Posverdad.
¿Qué nos pasa como ciudadanos y como sociedad, en países desarrollados y en vías de desarrollo, que no solo votamos para elegirlos, sino que contribuimos a sostenerlos en el poder? Con esta pregunta llegué al sitio donde también el autor se interroga sobre por qué se apoya a unos políticos que, lejos de querer servir a la sociedad, solo tienen el propósito de quedarse en el poder a toda costa. Para iluminar esta inquietud plantea los siguientes interrogantes: “¿Es posible que los autócratas de las ‘3P’ sean populares por su propio autoritarismo y no a pesar de él? (…) ¿Qué ha abierto el apetito mundial por un tipo de gobernanza y políticas ‘3P’ que han acabado haciendo daño a los que apoyan a los populistas?”. En otras palabras, ¿qué hace que ciudadanos 'sensatos' quieran tener gobernantes autoritarios?
La primera respuesta que me surge es que tal vez no somos tan sensatos, y no lo somos porque, como decía al comienzo nos dejamos llevar por las emociones, en cambio de informarnos, estudiar, analizar y entender por quiénes estamos votando y cuáles son los beneficios reales de sus propuestas. Pero, ¿cuál es la emoción predominante en un mundo que todavía experimenta los efectos de una pandemia y observa el escalamiento y el impacto humanitario y económico de una guerra? ¿cuál será la emoción predominante en nuestro territorio donde, además de los temas mundiales, estamos en un período preelectoral cargado de polarización, populismo y confusión? Contextos llenos de incertidumbre que nos hacen sentir amenazados, en riesgo, vulnerables y con miedo. Una emoción que, cuando la reconocemos y nos hacemos cargo, nos invita a cuidarnos y cuando la ignoramos nos bloquea, nos pone a la defensiva y nos lleva a atacar a otros, haciéndonos perder la capacidad de discernir y actuar de manera racional.
Tomar conciencia sin dejarnos llevar por la emocionalidad empieza por
preguntarnos ¿Quién es, de dónde viene y cuál es la intención que mueve a
nuestros candidatos para llegar a la presidencia? Cada uno busca convencernos de que representa
nuestros intereses y voluntad y de que es la mejor opción ¿será verdad? No
tengo el más mínimo interés de inclinar la balanza hacia ningún lado, me parece
que cada uno, de manera responsable y consciente, debe estudiar y analizar a su
candidato, como persona y como futuro gobernante, para tomar una decisión
informada y racional que ayude a blindarnos para no caer en el engaño de las ‘3P’.
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