¿Qué hay detrás de la violencia?


“Pinta el mundo de naranja: ¡Pongamos fin a la violencia contras las mujeres YA!” es el tema propuesto para los 16 días de activismo contra la violencia de género que empieza este 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, y va hasta el 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos.  Esta campaña, coordinada por el Centro para el Liderazgo Global de la Mujer, se inició en 1991 para promover la prevención y eliminación de la violencia contra niñas y mujeres.  Una conmemoración que tiene su origen en la necesidad de honrar la memoria de las hermanas Mirabal, tres activistas políticas de República Dominicana, asesinadas de manera brutal en 1960 por orden del dirigente dominicano Rafael Trujillo.

No importa los esfuerzos que se hagan para tratar de tomar conciencia mundial sobre este tema, parece que los resultados no se logran.  Las cifras de Naciones Unidas muestran que antes de la pandemia una de cada tres mujeres en el mundo había sido víctima de abuso en su vida.  Lo que se ha observado durante la covid-19 y las recientes crisis humanitarias, conflictos y problemas ambientales, es que una de cada tres mujeres dice que ella o una mujer cercana fue víctima de alguna forma de violencia y enfrenta problemas de inseguridad alimentaria.  Sin embargo, solo una de cada diez mujeres dice que acudiría a la policía para buscar ayuda.

¿Por qué esto no mejora? Parece que siempre hay un tema coyuntural que se atraviesa y se convierte en la disculpa para que no pase nada.  Sin duda, el desempleo y el confinamiento derivados de la pandemia hicieron más difícil la convivencia en los hogares y, en aquellos donde ya había algún tipo de maltrato, este se agudizó.  Pero deberíamos preguntarnos ¿Qué hay detrás de esta incapacidad para generar una convivencia armónica en los hogares y en la sociedad?  Me gustaría ir paso a paso para desmenuzar esta respuesta:  Podríamos decir que es falta de tolerancia, esto es incapacidad de respetar las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son distintas a las nuestras (RAE); sin embargo, diría que no solo es un tema de respeto, sino de aceptación, comprensión y valoración de lo que es diferente.  Muchas veces estamos más cerca del juicio y la descalificación de manera que, cuando alguien dice algo que no coincide con nuestra forma de pensar, en cambio de indagar y explorar preferimos ignorar, descalificar y a veces agredir.

Si vamos más allá de esta dificultad, aparece un personaje que puede llegar a convertirse en un monstruo para las relaciones sanas y la convivencia en cualquier ámbito, me refiero al EGO que, en una dosis razonable, es necesario porque es parte de nuestra identidad; pero, cuando se apodera de nosotros, nubla la vista y nos pone en un pedestal que nos impide vernos a nosotros mismos, nos aleja del resto, y nos convierte en verdaderos verdugos de quienes están a nuestro alrededor.  Podríamos preguntar: ¿Qué o quién se esconde detrás del ego? Nuestro ser auténtico, ese que tiene historias de las que no se siente orgulloso; heridas, dolores y miedos, que si se atreviera a mirarlos tal vez le traerían lágrimas, pero sin duda lo harían más humano, y le permitirían salir de sí mismo para ir en busca del otro o la otra que sufre y al final no es tan distinto a él.

Los estudios dicen que, para poner fin a esta violencia contra la mujer y las niñas, yo diría a todo tipo de violencia en nuestra sociedad, hay que empezar por creerles a las víctimas, adoptar enfoques integrales e inclusivos que apunten a las causas profundas, transformen las normas sociales y empoderen a mujeres y niñas.  Desde mi punto de vista, esta es una de las grandes transformaciones culturales que requiere nuestra sociedad actual, que va mucho más allá de los lemas y campañas por bien intencionados que sean.  Hoy más que nunca, y probablemente como sucedió después de la Segunda Guerra Mundial, debemos reconocer que solo somos seres humanos que necesitamos del otro y de los otros para sobrevivir; que, sin importar el género, la condición social, la capacidad intelectual, todos tenemos derecho a una vida digna, y nadie debería ser víctima del miedo que es el fantasma detrás de la violencia y la injusticia.

Publicado La Patria 24 de noviembre 2021

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