En el Angelus de
este domingo el Papa dijo: “Sólo el corazón que no se deja secuestrar por la
prisa es capaz de conmoverse, es decir, de no dejarse llevar por sí mismo y por
las cosas que tiene que hacer, y de darse cuenta de los demás, de sus heridas,
de sus necesidades (…) necesitamos una "ecología del corazón"
compuesta de descanso, contemplación y compasión.” Una invitación que me lleva
a pensar en las palabras de Antoine de Saint Exupery en El Principito, cuando
el zorro le dice “He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: solo con el
corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos”. No sé si la
pandemia se nos llevó el corazón o más bien la falta de corazón fue la puerta
de entrada para la pandemia. Creo que me quedo con la segunda.
Hace poco escuché
a alguien decir: “quiero volver a la normalidad, gastar zapatos y salir a todas
partes… para eso nos vacunamos, para volver a la normalidad”. Suena como
alguien que, como muchos de nosotros, está cansado de esta transición en la que
estamos viviendo desde que llegó la pandemia, y por supuesto es un deseo
legítimo. Pero, ¿qué pasaría si todos pensamos que nos vacunamos para regresar
a la antigua normalidad? ¿Será que
realmente estábamos bien antes de este virus perverso que se ha llevado la vida
de tantos seres queridos, nos ha quitado la paz y nos ha hecho sentir
infinitamente vulnerables? Tal vez esta forma de pensar es la que esta llevando
a tantas personas a actuar como si la pandemia ya hubiera pasado, como si ya no
hubiera ningún riesgo, como si pudiéramos tapar el sol con una mano. Vacunarse
es un acto de responsabilidad, con nosotros y con el otro, pero la vacuna no es
garantía de inmunidad.
Aunque es
legítimo querer recuperar la vida que teníamos, creo que ya no es posible, necesitamos
aprender a vivir en un mundo que está cambiando y seguirá haciéndolo. Entrar en
esta nueva realidad no es cuestión de activismo y carreras para para recuperar
el tiempo perdido. Deberíamos hacer un alto en el camino, individual y
colectivamente, para entender lo que está pasando, afuera y adentro de
nosotros. Estamos ante un proceso de transformación que nos exige mejorar
nuestro nivel de comprensión sobre las dinámicas complejas que nos rodean, pero
también, y especialmente, mirarnos a nosotros mismos para entender que el
cambio no solo es algo que sucede afuera como consecuencia de la pandemia, es
lo que pasa dentro de cada uno de nosotros, que nos lleva a reaccionar instintivamente
con miedo, rabia y probablemente tristeza; y también es una gran oportunidad
para identificar qué deberíamos empezar a ver y hacer diferente.
En mi opinión, más allá de las consideraciones
científicas y técnicas, lo que nos trajo
hasta aquí como humanidad fue, como dice Francisco, el ‘habernos dejado
secuestrar por la prisa’; llegar rápido, conseguir dinero y poder, lograr
resultados, tener el control. Una carrera que nos dejó sin aliento, en la que
nos olvidamos de cuidarnos a nosotros, al otro, y al planeta en que vivimos. Me
encantaría que cada uno pudiera pensar en esta expresión ‘ecología del
corazón’. ¿Cómo sería si usted y yo, nuestros gobernantes, líderes, empresarios,
académicos, ciudadanos, nos permitiéramos hacer un alto para descansar,
contemplar y ser compasivos, dejar de pensar solo en nosotros y nuestro
bienestar, para salir al encuentro de ese que todavía y tal vez con mayor
intensidad se siente cada día más vulnerable?
Este es un gran reto que nos
invita a articular esfuerzos para actuar con sentido, desde un propósito mayor
que contribuya a disminuir la brecha social, ecológica y espiritual; esto es
crear oportunidades para los más marginados, aportar a la sostenibilidad del
planeta, y trabajar por el bienestar nuestro y de las generaciones futuras.
Todas las acciones, hasta las más pequeñas cuentan, me pregunto: ¿Qué podemos
hacer cada uno de nosotros para acoger esta invitación del Papa, para trabajar
por esa ecología del corazón? Tal vez pueda tomarse un rato para descansar,
contemplar y ser compasivo con su dolor y el de los que lo rodean, puede que
allí encuentre cómo poner un granito de arena.
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