De dónde venimos

Hoy más que nunca estoy convencida que el Amor es lo que nos hace falta hoy, como personas, familias y sociedad. No hablo del amor terrenal, egoísta y posesivo, me refiero a ese que se escribe con mayúscula y que parece nos queda grande a muchos de nosotros; aunque también hay excepciones muy importantes que deberíamos tomar como ejemplo e imitar. Empiezo por mencionar a un ser que todos conocemos, alguien que dio la vida por nosotros, que probablemente entregó sus mejores años para cuidarnos y ayudarnos a salir adelante, la mamá. Su amor es generoso, de entrega, de perdón, de ternura, nos contiene y pone todo de sí para que podamos avanzar.

Por alguna razón, que no logro entender, esta tarea de engendrar y cuidar la vida, pasa desapercibida e inclusive a veces se menosprecia, al punto que, a las mismas mujeres nos cuesta reconocer el gran regalo que es la maternidad. Creo que, desde ahí, se va desdibujando el concepto del amor y la importancia de éste para mantener unida, no solo a la familia, sino a la sociedad; para sentir que todos, sin ningún tipo de discriminación y sin importar lo diferente que seamos, somos parte de esta común unidad que debería ser nuestra sociedad, como espacio para el desarrollo de las capacidades de todas las personas, como lo plantea sabiamente Martha Nussbaum.

También quiero tomar como ejemplo personas que hacen parte de nuestra historia como humanidad y que han dejado una huella inmensa, desde una actitud que solo puede ser producto del amor. Hombres como, Martin Luther King Jr., con su insistencia en no devolver odio por odio: “Devolver odio por odio multiplica el odio, añade una oscuridad más profunda a una noche ya desprovista de estrellas (…). El odio no puede expulsar al odio: sólo el amor puede hacer eso (…).”  Uno más reciente, Nelson Mandela, quien después de 25 años en una cárcel invita a su país al perdón: "Nadie nace odiando a otra persona (…). La gente aprende a odiar, y si pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar, porque el amor viene más naturalmente al corazón humano que su contrario". Sigamos con otro gran líder, que recordamos por su propuesta pacífica, Mahatma Gandhi, quien decía: Hay dos tipos de poderesuno es obtenido por el miedo al castigo y el otro por actos de amor. El poder basado en amor es más efectivo y permanente que el miedo al castigo”.

Este recorrido quedaría incompleto si no hiciera referencia a Jesús, ese hombre que caminó por Jerusalén hace 2.000 años, un ejemplo impresionante de alguien que, en contra de las leyes de su época, dedicó su vida pública a sanar, liberar, perdonar y devolver la dignidad a los marginados, cuyo amor se refleja en la hermosa carta de San Pablo a los Corintios: El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad”.  

Creo que, como dice Adam Kahane, en su libro ‘El Amor y el Poder’ es hora de repensarnos como personas, como familias, como sociedad, para poner el Amor en nuestra vida, en cada decisión, en cada acto, en cada proyecto. Esta es una invitación a salir del egoísmo, dejar el miedo y el odio que se traducen en violencia, para abrir nuestro corazón al otro, lo otro, que es distinto, que nos interpela y nos confronta; pero, sobre todo, nos invita a encontrar nuevas formas de caminar y construir juntos un mejor sitio para todos. Hoy los invito a preguntarse ¿Cuáles son los miedos y odios que necesito soltar para descubrir que, sin importar que tan distinto es el otro, tal vez o más bien, tiene algo que es valioso, aunque en mi ceguera no lo pueda ver? El reto que tenemos es cada vez más grande, no podemos quedarnos esperando a que otros lo hagan. La paz y la armonía son responsabilidad de cada uno de nosotros.

Publicado La Patria 12 de mayo 2021

Comentarios