Este tiempo de pandemia ha hecho más visible el valor de la
educación como elemento fundamental para enfrentar los nuevos retos de la
humanidad. Nadie se imaginó que un año
después seguiríamos expuestos a esta amenaza, con impactos tan negativos en la
salud, la economía y en nuestros hábitos de vida. Algunos pueden pensar que la educación debe
convertirse en motor para la reactivación económica. Aunque este es un tema fundamental, no
podemos perder de vista que esta es mucho más que empleabilidad y desarrollo
económico.
Según datos de la UNESCO al 12 de abril de 2021, el cierre de
escuelas ha afectado 177 millones de estudiantes en el mundo, con solo el 10%
del total de alumnos matriculados y 27 países con cierre total de escuelas. Estudiantes de la Red de Escuelas Asociadas
de la UNESCO comparten sus historias sobre el significado de este
confinamiento: “Me gradué de la escuela secundaria (…) pude despedirme de mis
profesores y de las personas con las que compartí 12 años, no pudimos
abrazarnos ni acercarnos (…) no estuvimos los unos para los otros cuando nos
aceptaron en la universidad. Estaba
emocionada de comenzar este nuevo capítulo de mi vida, me sentía imparable, pero
seguimos aprendiendo en línea, y no sé cómo son mis profesores, cómo se siente
caminar por el pasillo de mi universidad con orgullo, sintiéndome una adulta”. “Los adolescentes nos hemos convertido en
personas completamente diferentes, así que el futuro de nuestro mundo también
ha cambiado. Los jóvenes van a construir
la realidad del futuro, como lo están haciendo los adultos ahora”.
Relatos que reflejan el valor de la educación para el desarrollo de
la persona, a través del encuentro con el otro. Esto muestra que, es tan
importante desarrollar competencias técnicas derivadas del conocimiento
científico, como aportar a la formación de ciudadanos íntegros, responsables,
solidarios, que entienden y asumen su rol en la construcción de un mundo mejor. En septiembre de 2019, antes de la covid-19,
el Papa lanzó una propuesta por un Pacto Global de Educación: “Todos estamos
llamados a unir los esfuerzos por una alianza educativa amplia para formar
personas maduras, capaces de superar fragmentaciones y contraposiciones y
reconstruir el tejido de las relaciones por una humanidad más fraterna”.
En octubre de 2020, Francisco reactivó su propuesta para que todos nos comprometamos,
personal y conjuntamente, con 7 principios básicos: 1. Poner a
la persona en el centro de todo proceso educativo, formal e informal, su valor,
su dignidad, su propia especificidad, su belleza, su singularidad y, al mismo
tiempo, su capacidad de relacionarse con los demás y con la realidad que le
rodea, rechazando la cultura del derroche;
2. Escuchar la voz de los niños, y los jóvenes a los que transmitimos
valores y conocimientos, para construir juntos un futuro de justicia y paz, una
vida digna para cada persona; 3. Fomentar la plena participación de las niñas
en la educación; 4. Ver en la familia al primer e indispensable educador; 5. Educar
y educarnos para acoger, abriéndonos a la los más vulnerables y marginados; 6. Comprometernos
a estudiar para encontrar otras formas de entender la economía, la política, el
crecimiento y el progreso, para que estén verdaderamente al servicio del hombre
y de toda la familia humana en la perspectiva de una ecología integral. 7. Salvaguardar
y cultivar nuestra casa común, protegiéndola de la explotación de sus recursos,
adoptando estilos de vida más sobrios y buscando el aprovechamiento integral de
las energías renovables y respetuosas del entorno humano y natural, siguiendo
los principios de subsidiariedad y solidaridad y de la economía circular. Francisco pide a todos los involucrados en la
labor educativa que “busquemos juntos las soluciones, iniciemos procesos de
transformación sin miedo y miremos hacia el futuro con esperanza (…)”.
No se trata de un programa puntual o una acción
educativa. Es una alianza que requiere un
compromiso colectivo con una causa común, que permita reconocer al otro como
compañero de viaje para dar valor a la unidad y respetando la diversidad. Cuatro universidades católicas en el mundo lideran
este pacto; en Colombia, la Pontificia Universidad
Javeriana. Un llamado que deberíamos
atender todos los ciudadanos e instituciones del mundo.
Publicado La Patria 14 de abril 2021
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