Caminar por la vida acompañados de la inseguridad emocional supone
hacerlo con un gran lastre. Dudar de todo, y sobre todo de nosotros mismos, es uno de los
grandes impedimentos para nuestra realización personal. Andar temerosos, faltos
de confianza e indecisos es similar a intentar mantener el equilibrio sobre una
cuerda floja, esa en la que hacer mil y un malabarismos para intentar no
caernos.
Puede que esta inseguridad nos acompañe desde siempre, producto
de una infancia infeliz marcada por la ausencia de un sentimiento de protección
y seguridad. O, quizás, haya surgido precisamente por todo lo contrario, es
decir, por una excesiva sobreprotección que nos haya hecho sentir inferiores y
poco válidos. Incluso, tal vez, esta inseguridad haya emergido tras una
situación demasiado traumática que nos ha golpeado muy fuerte.
La inseguridad emocional es la gran enemiga del avance, la gran boicoteadora de la autoestima y el mayor obstáculo para la construcción de vínculos sólidos. Si dejamos que nos invada, se apoderará de nosotros y acabará anulando nuestra voluntad a través de las críticas y el cuestionamiento continuo. No obstante, siempre podemos protegernos para que esto no ocurra y, en el peor de los casos, comenzar a reconstruir el sentimiento de seguridad perdido.
¿Qué es la inseguridad?
La inseguridad emocional surge de la duda constante hacia uno
mismo, hacia las propias capacidades, sentimientos y manera de actuar. Es
un estado de duda constante que paraliza y que, además, espera una validación
por parte de otras personas, la mayoría de las veces, como moneda para alcanzar
una falsa tranquilidad.
No podemos olvidar que la vida en esencia es inseguridad e
incertidumbre, de hecho el filósofo y ensayista español Ortega y Gasset diría que es radical inseguridad, ya
que puede dejar de existir en cualquier momento. El problema es que no somos
conscientes de ello. Nos pasamos el día planificando y organizando, creando
ilusiones hacia el futuro con la certeza de que todo ocurrirá como esperamos. Y
de pronto, todo se rompe en mil pedazos, nos salimos del camino o simplemente,
este se acaba y nos toca empezar uno nuevo.
Saber que todo puede cambiar en cuestión de segundos puede ayudarnos a
vivir de otras maneras, por ejemplo, más intensamente. Sin embargo, no
quiere decir que adoptemos la inseguridad como compañera de nuestra rutina,
simplemente que la tengamos en cuenta. Porque más tarde que pronto, hará
su aparición en escena. Y lo mejor es estar preparados para hacerla frente.
¿Quiere decir esto que es mejor ser inseguros y no dar nada por sentado? No,
simplemente que de vez en cuando tenemos que acordarnos de ella para
evitar vivir en mundos imaginarios. Ahora bien, la inseguridad emocional
en exceso también nos perjudica porque además de invalidar cualquier
sentimiento de autoconfianza, esta
puede expandirse a cualquier ámbito de nuestra vida. Porque, ¿Cómo avanzar
cuando no estamos seguros de nada?
Lo importante es saber diferenciar entre la inseguridad a nivel
general como un indicador externo y la inseguridad emocional, un estado
interno mucho más específico que tiene que ver con nosotros y con cómo nos
valoramos. De este modo, tener en cuenta que el cambio es permanente, al igual
que la incertidumbre es normal e incluso puede ayudarnos a ver la vida de otra
forma; pero también es importante confiar en nosotros y no esperar que los
demás expresen qué tenemos que hacer o cómo de bien hacemos las cosas para
llegar a sentirnos bien.
Características de una persona insegura
Para entender mejor el universo de la inseguridad emocional y cómo nos
repercute, es importante
conocer qué supone ser una persona insegura. A continuación, señalamos algunas de
las características más comunes que presentan las personas que han adoptado
este estado como parte de sí mismas. Son las siguientes:
- · Temor a las críticas, juicios y valoraciones
de los demás.
- · Necesidad constante de mostrar sus logros y de recibir elogios y
atención para sentirse válidos y capaces
- ·
Baja tolerancia a la frustración
- · Tendencia al perfeccionismo y a la
competitividad, nivel de exigencia muy alto
- ·
Suelen estar a la defensiva.
- ·
Baja autoestima.
- ·
Intentos de contagiar la duda y la
inseguridad a los demás.
- ·
Uso frecuente de la falsa modestia.
- · Presencia de un gran sentimiento de
desconfianza hacia sí mismos, pensamientos negativos sobre la propia imagen
- · Indecisión o dificultad para tomar decisiones
- ·
Miedo al abandono o al rechazo
- · Temor al cambio y a los retos, dificultades
para adaptarse a una nueva situación
- ·
Envidia y celos en las relaciones
- · Estilo de comunicación pasivo, dificultad para expresar las necesidades y sentimientos propios
“La desconfianza es una señal de debilidad”. Indira Gandhi
Las personas inseguras suelen actuar y pensar muy condicionadas por una
guerra interior constante, una lucha entre su necesidad de destacar y
demostrar a los demás que son válidos y un profundo sentimiento de invalidez e
incapacidad. De hecho, en los casos más graves este tipo de personas no son nadie si
los demás no los valoran, es decir, se vuelven invisibles hacia sí mismos.
El psicoanalista austríaco Alfred Adler propuso
el concepto de complejo de inferioridad como identificativo de este
tipo de personas. Afirmaba que las personas inseguras sostenían una constante
lucha de superioridad que incluso podía llegar a repercutir de forma negativa
en sus relaciones, debido a que podían llegar a sentirse felices si hacían
sentir infelices a los demás. Además, calificaba este tipo de comportamientos
como típicos de las neurosis.
Ahora bien, no todas las personas inseguras se caracterizan por ser
así. Todo depende del grado de desconfianza que tengan sobre sus
capacidades o logros pasados.
Algunas causas de la inseguridad personal y la baja
autoestima:
· Estilo de apego inseguro: durante los primeros años de
vida, definimos nuestro autoconcepto a partir del afecto y del apego que
recibimos de nuestros padres y/o cuidadores. Un tipo de apego negativo está
relacionado con la inseguridad emocional y la baja autoestima.
· Presión externa: en la sociedad actual,
vivimos constantemente presionados a cumplir un sinfín de expectativas que, en
muchas ocasiones, llegan a ser una carga psicológica muy importante.
· Expectativas demasiado altas: obligarnos a cumplir unas metas
demasiado exigentes puede provocarnos mucha frustración si no las alcanzamos
todas. Como consecuencia de dicha frustración, nos sentimos mal con nuestro
desempeño y eso provoca un alto nivel de inseguridad personal.
· Experiencias negativas o
traumáticas: otra
de las causas más frecuentes de la inseguridad en uno mismo es el hecho de
haber pasado por un suceso traumático como puede ser una relación de abuso,
o maltrato psicológico.
Existen estudios donde se determina que el género
también condiciona la inseguridad. En dichos estudios, se
observa cómo existen diferencias significativas entre adolescentes mujeres y
hombres en los siguientes aspectos:
· Las mujeres tienen una autoestima más baja en general y presentan un bajo autoconcepto físico y emocional, mientras que los hombres tienen peor autoconcepto familiar y académico.
Claves para gestionar la inseguridad emocional
Es posible disminuir la duda
constante hacia nosotros mismos y desterrar así esa inseguridad negativa que
nos gobierna. Lo importante es saber que el esfuerzo debe ser nuestro y que, si
estamos acostumbrados a subestimarnos, este proceso llevará su tiempo.
Creer en nosotros mismos es uno de
los pilares más fuertes que podemos construir para evitar caernos y
dejarnos invadir por el malestar, pero conlleva un trabajo diario
y constante. Para ello, debemos tener en cuenta una serie de aspectos:
·
Evitar las comparaciones.
· Reconocernos desde nuestras
fortalezas y también con nuestras oportunidades de mejora.
· No convertir las críticas en algo
personal.
· Sanar las heridas del pasado, esas
que poco a poco hicieron crecer la semilla de la preocupación y la duda
constante.
·
Desarrollar el sentido del humor.
·
No buscar la aprobación de los
demás.
·
Valorar cada avance, cada éxito,
cada paso.
·
Abandonar la creencia de tener que
ser perfectos.
·
Cuidar nuestro diálogo interno.
·
Transformar nuestras creencias
limitantes en oportunidades.
·
Fortalecer nuestra capacidad de relacionarnos con nosotros y con
los otros.
Valorarnos es uno de los regalos más bonitos que nos podemos hacer. Confiar en nosotros y nuestra capacidad es un puente hacia el crecimiento personal.
Las personas emocionalmente seguras:
1.
Están comprometidas con las necesidades propias y ajenas. Son
capaces de establecerse pequeños objetivos, por los cuales se van esforzando
poco a poco para alcanzarlos.
2.
Son personas afectadas por un menor estado de estrés, por cuanto son
eficientes en identificar qué cuestiones merecen su atención y preocupación, y
qué otros asuntos son secundarios y no requieren de una gran dedicación mental.
3. En situaciones de conflicto acostumbran a ser buenos gestores, porque poseen empatía
y desapego. Pueden ponerse en el lugar del otro para
experimentar una perspectiva diferente a la suya, al tiempo que toman distancia
para no quedar demasiado fusionados con la situación y sus complejidades.
4.
Generan una mayor cohesión en los grupos de los que forman parte. De
mentalidad abierta y una predisposición a la unidad entre iguales, generan
dinámicas sanas, manteniendo y fortaleciendo su diversidad.
5.
El rendimiento de los equipos formados por personas emocionalmente seguras es
mayor que la media. Sus habilidades sociales y sus dotes para trascender los
intereses propios en beneficio del bien común les inclinan a ello. Asimismo,
sus desempeños les generan una mayor satisfacción laboral. Disfrutan sintiendo que
aportan al bienestar de otros.

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