Qué es la zona de confort
La zona de confort es un
espacio seguro donde no arriesgamos, pero tampoco crecemos. No es simplemente
un espacio físico sino un concepto psicológico. No se limita a un cordón seguro
que hemos construido a nuestro alrededor, sino que incluye tanto nuestras
rutinas cotidianas como nuestra manera de pensar. Por tanto, puede convertirse
en la excusa perfecta para no hacer, no arriesgarse, no crecer y, en última
instancia, no vivir.
Fuera de la zona de confort
ocurren cosas mágicas, se produce el cambio y el crecimiento, pero también se
encuentra la temida zona de pánico, por lo que es importante hallar un justo
equilibrio en la vida sustentado en un conocimiento profundo de lo que es la
zona de confort y qué podemos hallar cuando superamos sus confines.
¿Cómo surgió
el concepto de zona de confort?
El concepto zona de
confort se remonta a un experimento clásico en Psicología realizado en 1908 por
los psicólogos Robert M. Yerkes y John D. Dodson, quienes descubrieron que un
estado de comodidad relativa genera un nivel constante de rendimiento.
Sin embargo, también
puntualizaron que para mejorar ese rendimiento necesitamos experimentar cierto
grado de ansiedad, salir a conquistar un espacio en el que el estrés aumenta un
poco. Llamaron a ese espacio «ansiedad óptima», e indicaron que se encuentra
justo fuera de las fronteras de nuestra zona de confort.
Experimentos
posteriores confirmaron su teoría y precisaron que la motivación y el esfuerzo
por alcanzar un objetivo aumentan hasta que la expectativa de éxito o el nivel
de incertidumbre alcanza el 50%, por encima de esa cifra comenzamos a
desmoralizarnos, nos desmotivamos y el nivel de ansiedad es tan elevado que nos
desequilibra y nos lleva a cometer errores.
¿Qué es la
zona de confort donde vivimos?
La zona de confort podría ser
el sofá del salón donde preferimos quedarnos en vez de salir a explorar el
mundo, las tiendas donde siempre compramos, el trabajo en el que llevamos más
de 10 años o el destino turístico al que regresamos año tras año. Sin embargo,
también es nuestra manera de responder ante una crítica, la forma de enfrentar
las oportunidades que encierran riesgos e incluso la manera de relacionarnos
con nuestra pareja y/o padres.
El concepto de zona de confort
se refiere a un estado psicológico en el que nos sentimos seguros y no
experimentamos ansiedad ni miedo. Es un “espacio” que conocemos de principio a
fin donde lo controlamos todo – o casi todo.
Los hábitos que seguimos con
asiduidad son los que nos permiten construir esa zona de confort ya que sabemos
exactamente – o al menos tenemos la ilusión de saber – qué podemos esperar a
cada paso que damos. Al minimizar la incertidumbre, sentimos que lo tenemos
todo más o menos bajo control, por lo que creemos que estamos a salvo.
Por tanto, el concepto de zona
de confort se refiere a un patrón de comportamiento que seguimos para mantener
un nivel de ansiedad neutral. Para ello recurrimos a un repertorio limitado de
conductas, creencias y afectos que nos permiten mantener un nivel de desempeño
estable y aceptable, sin asumir riesgos que puedan generar ansiedad.
Eso significa que, si queremos
mantenernos dentro de la zona de confort para sortear los riesgos y la
incertidumbre, debemos asumir una actitud pasiva o de evitación ante la vida.
No obstante, esa sensación de seguridad se paga caro porque también vamos
perdiendo los incentivos para vivir y no tardaremos en caer en las garras de la
monotonía y la apatía.
Esa es la razón por la que nos
apegamos a ciertos lugares, tradiciones, hábitos y/o personas, evitando
cualquier elemento que introduzca novedad porque también significa
incertidumbre y caos. Como resultado, la zona de confort es un espacio que
hemos ido conquistando pero que a su vez también nos ha conquistado o
subyugado.
Señales de que estamos
atrapados en nuestra zona de confort
Dado que la zona de confort es
un espacio que se construye lentamente a lo largo de los años, muchas veces no
nos damos cuenta de que estamos atrapados en su interior. Estamos tan acostumbrados
a nuestros hábitos y estilo de vida que no nos percatamos de cómo limitan
nuestras posibilidades de crecer y convertirnos en la persona que nos gustaría
ser o atrevernos a hacer todas esas cosas con las que siempre hemos soñado.
Algunos signos que indican que
debes salir de tu zona de confort son:
1.
No creces desde el punto de vista
emocional e intelectual, sino que experimentas una profunda apatía.
2. Te sientes profundamente desmotivado,
ningún nuevo proyecto o plan te anima lo suficiente.
3. Te cierras a las nuevas ideas ya que
estas no encajan con tu sistema de creencias perfectamente estructurado.
4. Tienes miedo a asumir riesgos, por lo que
prefieres dejar pasar las buenas oportunidades con la excusa de que podrías
perder más que ganar.
5.
Desde hace meses o años sigues la misma
rutina, de manera que hace mucho que no experimentas esa increíble sensación de
estar vivo que genera probar cosas nuevas.
6. Te sientes más aislado y comienzas a
pensar que todo carece de sentido ya que no encuentras nada estimulante en tu
rutina cotidiana.
7. No aprendes nada nuevo que pueda
aportarle un toque de color diferente a tu vida porque sientes que estás bien
así, aunque en el fondo experimentas un gran vacío, como si necesitaras algo
más, aunque no sabes exactamente qué es.
8. Tu vocabulario se ha llenado de palabras como “me gustaría”, “quizá”, “vamos a ver”… Esas palabras vagas que señalan un deseo permanentemente postergado pero que en realidad son una expresión del miedo de salir de la zona de confort.
9. Procrastinas mucho, una señal que a
menudo indica que no te gusta donde estás o lo que estás haciendo.
10.Dices “no” continuamente a todos los
planes e ideas nuevas que te proponen y que implican un cambio en tu rutina o
manera de hacer las cosas.
7 buenas
razones para salir de la zona de confort
El escritor estadounidense
Max DePree dijo: “no podemos convertirnos en lo que queremos ser,
permaneciendo en lo que somos en la actualidad”. Sin embargo, existen
muchos otros buenos motivos para animarse a salir de la zona de confort.
1. Te prepara
para los tiempos difíciles. Aprender a vivir fuera de la zona de confort, lidiando con la novedad,
los imprevistos y la incertidumbre nos convertirá en personas más fuertes
emocionalmente que podrán manejar mejor la adversidad cuando esta se presente.
2. Serás más
productivo. La zona de
confort nos acerca a la mediocridad, a contentarnos. Ir un poco más allá de
nuestros límites puede hacer que recuperemos el empuje necesario y mejoremos
nuestra productividad de mil maneras posibles, incluso recurriendo a la
creatividad.
3. Tus límites
serán cada vez más amplios. Una vez que ponemos un pie fuera de nuestra zona de confort, esta se
amplía, lo cual significa que nos convertirnos en personas más abiertas al
cambio. Adoptar esta actitud nos permite ser capaces de lidiar con la “ansiedad
óptima” sin que esta nos moleste, al contrario, aprendemos a usarla a nuestro
favor, aprovechando la energía que nos reporta.
4. Aumentará tu
creatividad. En la zona de
confort no aparecen grandes ideas ni realizamos grandes descubrimientos, es
necesario salir de lo conocido para encontrar la inspiración que aguijonee la
creatividad. Solo entonces seremos capaces de generar nuevas ideas, ver viejos
problemas bajo una perspectiva diferente y establecer conexiones originales.
5. Ganarás
autoconfianza. Cuando somos
capaces de lidiar con situaciones que nos atemorizan un poco, comprendemos que
somos mucho más fuertes de lo que pensamos, lo cual refuerza nuestro
autoconcepto. Además, a medida que superamos los obstáculos vamos ganando
habilidades que pasan a formar parte de nuestra mochila de herramientas para la
vida.
6. Te sentirás
más vivo. Al salir de la
zona de confort conocemos a nuevas personas y vivimos nuevas experiencias.
Algunas de esas experiencias no serán positivas, pero otras se convertirán en
un motor impulsor que nos dé nuevas energías. Pronto descubriremos que esa
sensación de vacío desaparece, simplemente porque aprendemos a disfrutar más de
la vida.
7. Envejecerás
mejor. Mantener la
mente activa y plantearse nuevos retos es fundamental ya que representan una
importante fuente de estimulación tanto a nivel mental como social. Por
consiguiente, mantenerse dentro de la zona de confort significa estar fuera de
la zona de mejora.
¿Cómo salir de la zona de confort sin entrar en la zona de pánico?
Una vez que sabemos qué es la
zona de confort y los problemas que puede causar apegarnos demasiado a los
hábitos y cosas conocidas, resulta evidente que es necesario salir de ese
círculo vicioso en el que nos hemos metido. Para ello debemos asumir que
experimentar un poco de ansiedad de vez en cuando es positivo porque nos
mantiene vivos, nos fortalece y nos ayuda a crecer.
Sin embargo, también es
importante mantener bajo control ese nivel de ansiedad, lo cual significa que
no hay necesidad de lanzarse al vacío sin paracaídas, podemos salir de nuestra
zona de confort dando un paso a la vez, deteniéndonos cuando sintamos que la
ansiedad o el miedo comienzan a crecer en intensidad.
Hay personas que pueden salir
de su zona de confort dando un gran salto porque pueden gestionar ese nivel de
ansiedad. Hay otras que necesitan dar pequeños pasos a la vez. Lo importante no
es cómo lo hagas ni el ritmo que lleves, sino que seamos capaces de expandir
cada vez más nuestros horizontes.
En cualquier caso, el secreto
radica en encontrar un equilibrio en el que esa ansiedad por lo nuevo y
desconocido genere un estado positivo, no debe hacer que nos sintamos mal. Para
ello debemos asegurarnos de mantenernos en la zona de crecimiento.
La zona de crecimiento es
aquella donde podemos llegar a dar lo mejor de nosotros, enfrentando nuevos
desafíos con un nivel de ansiedad aceptable. En la zona de crecimiento podemos
aprender cosas nuevas, enriquecer nuestros puntos de vista, modificar nuestros
hábitos y experimentar.
Al contrario, caer en la
zona de pánico puede llegar a ser paralizante y aterrador, haciendo que
regresemos asustados a guarecernos en la zona de confort originaria. En la zona
de pánico experimentamos una profunda sensación de falta de control y temor a
perder lo que hemos conseguido.
Hay quienes afirman que un
paso más allá de la zona de pánico nos espera una zona mágica, pero lo cierto
es que no es imprescindible experimentar ese espacio que tanto malestar puede
generarnos si nos aseguramos de ampliar continuamente nuestra zona de
crecimiento.
No es conveniente vivir
eternamente fuera de la zona de confort
Es importante salir de la zona
de confort, pero tampoco debe convertirse en una obsesión. Debemos tener en
cuenta que no podemos vivir fuera de nuestra zona de comodidad todo el tiempo.
De vez en cuando es útil regresar a ese espacio donde nos sentimos seguros para
procesar tranquilamente nuestras experiencias.
De hecho, si cometemos el
error de olvidarnos por completo de esa zona de confort caemos en el riesgo de
sufrir lo que se llama “adaptación hedonista”, que significa que las cosas y experiencias nuevas dejan de
impresionarnos y ya no nos hacen sentir vivos pues nos hemos acostumbrado a la
descarga de adrenalina que producen. Esa es la razón por lo que lo increíble se
vuelve ordinario en muy poco tiempo.
Por tanto, no tenemos que ver
la zona de confort como nuestra enemiga, como muchos gurús del Desarrollo
Personal afirman, es una oportunidad para crecer pero también un espacio donde
reconfortarnos.
¿Cómo salir de tu zona
de confort? 7 claves para lograrlo
1. Desafíate y rinde al máximo
Salir de la zona de confort es
un aspecto importante en el crecimiento personal, pues es no es posible
pensar que llegaremos al lugar que queremos llegar haciendo lo justo y
necesario y estando inmersos en la misma rutina de siempre.
Alcanzar nuevas cimas supone
el riesgo de hacer cosas que no se nos dan tan bien o que nos provocan cierto
miedo o inseguridad (al menos al principio). Según un estudio llevado a cabo por un
grupo de psicólogos, un poco de ansiedad puede ser positivo para mejorar nuestro
rendimiento y nos permite seguir creciendo
profesionalmente. Por tanto, convierte esas situaciones que te provocan
ansiedad en situaciones estimulantes y que nadie te pare los pies. No le llames
nervios o inseguridad, llámale "emoción".
2. Piensa en tu estilo de hacer las cosas... y actúa en el sentido opuesto.
Busca las situaciones que
puedan obligarte a salir de tu zona de confort. Experimenta con
estilos de baile que nunca asociarías con tu manera de ser, involúcrate en
proyectos creativos que te fuercen a pensar de manera diferente,
para experimentar contextos desafiantes a los que adaptarte. Si te propones
gestionar estos cambios, y estos no son excesivamente extremos, esto hará que
te vuelvas más flexible y asumas mejor la variabilidad y los cambios.
3. Busca cambios materiales
en las cosas que te rodean
Para hacer cosas nuevas a las
que no se está acostumbrado, nada como exponerse a ambientes nuevos.
Físicamente novedosos, literalmente. La clave está en proponerte el objetivo de
exponerte a situaciones novedosas haciendo que los espacios en los que te
encuentras sean otros.
Anímate a cambiar tu manera de
vestir o la decoración de tu casa, muévete por entornos distintos y, por
supuesto, viaja todo lo que puedas o incluso vete a vivir a otro lugar, aunque sea durante un
tiempo. Esto conseguirá en ti un efecto similar al del consejo anterior, sólo
que en este caso, en vez de variar las situaciones cuyo significado no
asociarías con tu persona, harás lo mismo con espacios físicos.
4. Anticipa todas las
excusas que te vas a poner
Sé consciente de que, cuando
te fijes metas que te resulten incómodas dentro de tu zona de confort, inconscientemente
vas a estar buscando un montón de excusas para no hacerlo.
Juzga estas excusas como lo que son: invenciones cuyo único objetivo es
racionalizar la aceptación de la comodidad.
5. Exponte más a conocer
gente nueva
¿No te gusta hablar con la
gente? Oblígate
a hacerlo, aunque el cuerpo no te lo pida. No hace falta que el
diálogo sea perfecto, ni que las personas se lleven la mejor imagen de ti.
Actuando con naturalidad todo fluirá como debe, y será divertido comprobar con
qué facilidad pueden funcionar las interacciones con los demás si no se piensa
muy bien lo que es está diciendo.
6. Haz que tus amigos y
familia cooperen
Si las personas de tu entorno
cercano saben que quieres salir de tu zona de confort, te ayudarán a lograrlo y
quizás te preparan alguna "sorpresa". Del mismo modo, cuando tomes la
iniciativa y emprendas proyectos nuevos y excitantes, te apoyarán y,
probablemente, te mostrarán signos de apoyo o admiración, lo
cual te servirá como refuerzo.
7. Dale una oportunidad a
tu faceta espiritual
Hay hábitos que consiguen
mejorar nuestro estado de ánimo y nos liberan de muchas creencias que nos
anclan en nuestra zona de confort. Desarrollar una conexión espiritual es una de las
maneras más prácticas de conseguir un bienestar emocional capaz de acabar con
la vida rutinaria. Puede ser oración, meditación, o simplemente
un espacio de silencio para estar contigo.
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