Siempre
he pensado que tener oportunidades en la vida va acompañado de la gran
responsabilidad de devolver a la sociedad lo que hemos recibido; también creo
que es importante agradecer a Dios por los talentos que nos ha dado, no para
enterrarlos y atesorarlos, sino para entregarlos con igual generosidad. Una de
las oportunidades que me dio la vida fue vivir en una zona selvática alejada de
la civilización, donde tuve mi primer encuentro real con la pobreza, la
desigualdad, la falta de oportunidades, y la desesperanza. Una experiencia que me tocó profundamente y
despertó en mí la necesidad de dejar de ser espectadora pasiva para asumir la
responsabilidad de aportar, desde donde esté, a la construcción de un mundo
mejor.
En
los últimos años he tratado de estar lo más consciente posible sobre lo que
pasa a mi alrededor; especialmente de aquellos que apenas pueden sobrevivir
cada día, que no tienen condiciones mínimas para una vida digna. Me duele
profundamente cuando, estando rodeados de pobreza, inequidad, violencia, y
sufrimiento, algunos afirman que tenemos una buena calidad de vida ¿Qué
pensarán quienes viven en condiciones de miseria cuando escuchan esta
afirmación? Hemos construido un mundo lleno de injusticia
social, y todavía no entendemos lo que esto quiere decir, ni la responsabilidad
que tenemos de aportar al cambio, especialmente, quienes hemos tenido oportunidades. Ni qué
decir de los políticos y dirigentes que, cuando llegan al poder, pierden de
vista que el sentido de su labor es aportar a la construcción de un mundo
mejor. Por fortuna, esto no es regla
general y hay excepciones que devuelven la esperanza.
A
veces pensamos que, quienes enfrentan situaciones más difíciles son distintos y
no tienen las mismas necesidades. Según Banerjee
y Duflo, dos de los ganadores del premio Nobel de Economía 2019, reconocidos
por sus investigaciones sobre la pobreza: “Estas personas son como nosotros (…)
Tenemos los mismos deseos y debilidades (…) No son menos racionales que nadie”,
aunque la tienen más difícil; deben sacar el máximo provecho de su capacidad,
para asegurar el futuro de su familia. Las
pequeñas barreras, que pasan inadvertidas para nosotros, para ellos son muros
insalvables que requieren más habilidades, voluntad y compromiso. Según estos investigadores es necesario dejar
de medir el desarrollo a través del PIB para enfocarse en el bienestar,
incluyendo temas como: ampliar cobertura y calidad en educación y salud pública;
tener sistemas de jubilación tempranos y dignos; contar con una justicia ágil; tener
un trabajo que eleve la autoestima y garantice la sobrevivencia; vivir cerca de
los seres queridos; disfrutar el arte, el deporte y el ocio; caminar por los
santuarios naturales con libertad y sin miedo; poder perseguir los sueños.
Durante
dos semanas estuve participando en el Programa de Desarrollo de Capacidades
para la administración de Unidades Productivas, liderado por la Agencia
Nacional para la Reincorporación y Naciones Unidas, el cual beneficia a 35
personas en proceso de reincorporación. Una experiencia maravillosa de contacto con
otra realidad, donde tuve la oportunidad de escuchar con la curiosidad de mi
mente, con la empatía de mi corazón, y con la voluntad de mi alma, historias de
vida de personas que, como usted y yo, se preguntan: ¿Cómo aportar para mejorar
las condiciones de vida? ¿Cómo mejorar la situación económica de esas familias
que no tienen nada? “Demostrar
que somos personas de bien” es parte de su interés en este nuevo camino. Relatos que muestran humanidad,
vulnerabilidad, gratitud, unión familiar, humildad, y ganas de trabajar juntos
para construir un mejor país. Pensábamos
con mi socia, que íbamos a enseñarles a ellos, al final fuimos nosotras las que
más aprendimos; fue un gran regalo que nos permitió ponerle rostro a un tema
que solo conocemos por las noticias, en el que descubrimos seres humanos
sensibles y valientes, con esperanza de encontrar una sociedad que los acoja.
No podemos
cerrar los ojos y seguir indiferentes ante las realidades que nos rodean. Necesitamos despertar, tomar conciencia, y
asumir la responsabilidad de aportar, con nuestro grano de arena, a la
construcción de un mundo mejor. Si no lo
hacemos ¿Para qué vacuna? Es tiempo de cuidado, pero no de indiferencia.
Publicado La
Patria 17 febrero de 2021
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