Acabo
de cerrar uno de los años más complejos de mi vida, no solo como consecuencia
de la pandemia, sino por temas personales, difíciles de enfrentar por las
limitaciones asociadas a la Covid-19. En
algunos momentos pensé que no era posible seguir adelante, me sentí aniquilada,
como probablemente les haya sucedido a otras personas. No estoy lista para decir ni escuchar ‘Feliz
año’, tal vez porque: 1. En ocasiones lo
siento como una ‘frase de cajón’ que se repite para olvidar o minimizar las
dificultades; 2. No creo que sea posible sostener la felicidad durante todo un
año; 3. Creo que en la felicidad también hay espacio para la tristeza, el miedo
y por qué no, para la inconformidad y la rabia; a lo largo de un año hay
pérdidas que nos entristecen, amenazas y riesgos que nos generan miedo, injusticias
que nos llevan a poner límites. Ante un período como el 2020, que nos sacudió
de tantas maneras y cuyo impacto apenas empieza a aparecer, prefiero quedarme
con algo sencillo ‘que sea el mejor año que podamos construir juntos’. Si de
algo debemos estar seguros es que vamos a necesitar ayuda; no se trata solo de
hacer acuerdos temporales para sacar adelante un proyecto o lograr mejores
resultados económicos. Necesitamos caminar de manera solidaria sintiendo que,
como humanidad, tenemos un propósito mayor que nos convoca y ante el cual,
nadie, sin importar el credo, la raza, la nacionalidad, debería estar excluido.
Empezar
un año no solo es pasar la hoja del calendario, quemar ‘malos recuerdos’ y
llenarnos de buenas intenciones. El papa
Francisco en su reciente libro ‘Soñemos juntos’ plantea 3 pasos para construir
un mundo más humano: ver, elegir y actuar. El primer paso requiere ir más allá, a la
periferia, donde están el sufrimiento y las dificultades de los más
vulnerables, quienes han sido excluidos y perdieron la esperanza; salir de
nuestra zona de confort y explorar nuevas situaciones, que a veces solo vemos a
través de los medios de comunicación, pero que son concretas y reales; recuperar
la memoria de nuestras raíces para reconocer de dónde venimos y cómo llegamos
hasta aquí. Tomando la invitación del profesor Otto Scharmer, del MIT, diría
que Francisco nos propone escuchar no solo con mente abierta, sino con el
corazón y la voluntad; lo que equivale a decir que debemos pasar de la
curiosidad a la empatía, para encontrarnos con el otro y tener el coraje de
soltar lo que ya no sirve.
El
siguiente paso, elegir, requiere parar, reflexionar, meditar, dejarnos inspirar
por el Espíritu y ser capaces de tomar las decisiones correctas ¿Qué es el
Espíritu? Para quienes creemos en el
Dios Trinitario, el Espíritu es la tercera persona de la divinidad, la gracia y
la sabiduría que nos permite conectarnos y sentirnos Hijos de Dios, la memoria
de quiénes somos. En lenguaje no religioso, el espíritu puede entenderse como
la conexión con nuestra esencia, la memoria que nos recuerda que todos, sin
importar las diferencias, somos humanos y hacemos parte de una comunidad más
grande que nos conecta. Egoísmo,
individualismo, exclusión, polarización, son resultado de una humanidad
desconectada que olvidó sus raíces y pensó que lo único importante era su propio
bienestar; el resto era ‘descartable’ y solo estaba para su propio beneficio. Elegir
cuando estamos desconectados nos lleva a priorizar el bienestar individual y nos
impide reconocer la importancia de la fraternidad y la solidaridad.
El
tercer paso propuesto por el Papa, es la acción con sentido que surge de
reconocernos parte de un pueblo que, entendiendo y respetando las diferencias, camina
unido hacia un propósito integrador compartido.
Lo que nos salva es salir de nosotros mismos para encontrarnos con el
rostro del otro que puede despertar lo mejor en nuestro interior “…es el
momento de restaurar la ética de la fraternidad y de la solidaridad, regenerando
vínculos de confianza y pertenencia…” dice Francisco. Gracias al Papa por este
llamado a recuperar la memoria, rescatar valores fundamentales no negociables,
encontrarnos en nuestra esencia y abrazar la realidad unidos por lazos de
reciprocidad ¿Cómo podemos contribuir, tú y yo, para construir juntos un “futuro
mejor, diferente, humano”?
Publicado La Patria 6 de enero 2021
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