Cómo queremos salir


Cinco fueron los temas claves del 75° período de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas, que finalizó este 29 de septiembre: La intervención de los jefes de estado y de gobierno que, en esta oportunidad, por la pandemia, enviaron sus discursos pregrabados para ser retrasmitidos posteriormente; la celebración del aniversario 75 de la Asamblea, que António Guterres denominó “un debate popular que promete ser la conversación más amplia y de largo alcance sobre el futuro que queremos”; el desarrollo sostenible, planteado como un viaje de  exploración por los desafíos del planeta y las transformaciones que pueden cambiar el mundo hasta el 2030; la pérdida de biodiversidad mundial, con más de un millón de especies en riesgo de extinción, 2.000 millones de hectáreas de tierra degradados, 66% de los océanos, 50% de los arrecifes de coral y 85% de los pantanos, afectados gravemente por la actividad humana; y, los 25 años de la reunión de la mujer en Beijing, un tema que también ha retrocedido, debido a que las mujeres y niñas, están entre los segmentos de población más afectados por la pandemia.

En general, los lideres mundiales hicieron un llamado a la humildad, la solidaridad, el multilateralismo y la necesidad de mantener los esfuerzos por la paz. De este contexto, retomo el mensaje del papa Francisco, sobre el reto que enfrentamos: “De una crisis no se sale igual; o salimos mejores o salimos peores. Por ello, en esta coyuntura crítica, nuestro deber es repensar el futuro de nuestra casa común y proyecto común. Es una tarea compleja que requiere honestidad y coherencia en el diálogo […]”. Una crisis que, según el pontífice, muestra los límites de nuestra autosuficiencia y fragilidad común, y el gran desafío de construir juntos el futuro que queremos. Una invitación que deberíamos tomarnos en serio como humanidad, si queremos cambiar el rumbo de la historia, y dejar un mejor legado para las generaciones siguientes.

Parecería sencillo reconocer nuestra fragilidad, darnos cuenta de que solos no podemos, generar un diálogo honesto y coherente, que contribuya a unir esfuerzos y avanzar hacia un proyecto común. En realidad, es mucho más complejo de lo que parece; no se trata de un tema técnico, sino de un reto humano, que nos confronta con la necesidad de observar la realidad más allá de lo que es visible a nuestros ojos y comprensible para nuestra mente, para entrar en un ejercicio empático que invita a revisar con el corazón, lo que nos pasa y lo que le pasa al otro; e inclusive, ir más profundo, hacia lo que de verdad nos importa y nos interesa desde nuestra esencia. Dialogar o conversar, no solo es decir lo que cada uno piensa, tratando de argumentar para demostrar que se tiene la razón o la verdad; conversar es cambiar juntos para identificar nuevas posibilidades, nuevas formas de entender la realidad y transformarla.

Este es un ejercicio que pasa por desprendernos del ego, la arrogancia y el poder, la necesidad de tener la razón, y la búsqueda de respuestas inmediatas, para descubrirnos en el encuentro con el otro que también es vulnerable, necesita cuidado, quiere y está dispuesto a colaborar en un proyecto común que genere bienestar para todos. Del ego a la construcción colectiva hay un camino difícil que no todos estamos dispuestos a recorrer, especialmente en medio de la incertidumbre que plantea esta pandemia, donde, si bien muchos han entendido que es necesario unir esfuerzos y avanzar de manera solidaria, otros consideran que es momento protegerse y mantenerse seguros. La incertidumbre no es el mejor sitio para estar, pero es ‘lo que hay’; una realidad que debemos aceptar y abrazar. Necesitamos aprender a vivir con ella para descubrir las posibilidades que emergen, y mirar al futuro con la esperanza de saber que éste no es el final; tal vez hemos perdido muchas cosas, pero hay otras que todavía tenemos y son valiosas; no estamos solos, hay otras personas en situaciones igual o más difíciles que nosotros; hay quienes están dispuestos a apoyar y acompañarnos. Siempre hay dificultades, pero no somos víctimas, vivimos en el mundo que somos capaces de ver y construir.

Publicado La Patria 30 septiembre 2020

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