Superando los complejos



El complejo de inferioridad

 Los complejos se pueden definir como un conjunto de representaciones y recuerdos organizados con un intenso valor afectivo, pueden ser parcial o totalmente inconscientes. Están ligados a eventos traumáticos, que podríamos no recordar.

Un trauma es una situación que se vive con emociones fuertes, ante una amenaza o un peligro grave, que se revive por un olor, un comentario, un sitio, una persona; de manera que puede volver la sensación de amenaza o peligro y los mecanismos de defensa frente a ella, aunque la situación realmente sea muy diferente.

Un mecanismo de defensa frecuente es evitar; p.ej. una persona que no acepta su cuerpo evitará exponerse a situaciones en las que tenga que mostrarlo, ponerse un vestido de baño aunque le encante el agua.

La palabra complejo fue aplicada por primera vez por el psicólogo Carl Jung, y se popularizó con el discurso freudiano. Para Jung los complejos son bloques de construcción de la personalidad; en el fondo todos tenemos complejos, y comprenderlos es clave para superar los traumas que los generan y superarse cada día, porque éstos nos quitan libertad y nos pueden generar pensamientos y actos obsesivos. Una tarea esencial es tomar conciencia de nuestros complejos, para aprender a gastar menos tiempo en ellos. 

Las personas con complejos se sienten inseguras e inferiores a los demás; parecen amargadas, se sienten incómodas, tienen problemas de autoestima y les cuesta adaptarse a los cambios. Superar los complejos es explorarnos y conocernos mejor para entender el origen. 

Muchas veces detrás de un complejo hay una expectativa no cumplida: "la vida no es como esperaba"; "no tengo el cuerpo que quisiera"; "no he logrado lo que quería".

La sociedad tiene una gran responsabilidad porque nos pone estándares irreales e inalcanzables, que nos suben las expectativas y nos hacen sufrir: tener el mejor cuerpo, más dinero, el trabajo más reconocido, los más felices. Expectativas de perfección que son imposibles de lograr y al final nos dejan con frustración y complejos.

El origen de los complejos está en la infancia, en la adolescencia, en ciertas características del entorno familiar y escolar, en experiencias traumáticas o que invalidaron a la persona.

Los complejos pueden ser físicos y psicológicos. Los primeros están relacionados con partes y rasgos físicos que no aceptamos y nos da temor mostrar a los demás: tener mucha o muy poca estatura, la nariz grande, sobrepeso. Los segundos se relacionan con experiencias traumáticas, pensamientos dañinos que afectan la autoestima, el comportamiento, las relaciones.

Son problema cuando impiden que la persona sea feliz y plena, cuando afecta la relación con los demás. 

Hay complejos psicológicos y físicos; entre los más comunes están:

Psicológicos
  • De inferioridad: La persona se siente poca cosa, inferior y poco valiosa, en comparación con los que lo rodean. Entre los síntomas que lo caracterizan: 
    • Baja autoestima
    • Falta de confianza en sí mismo
    • Timidez en los espacios sociales
    • Poca autonomía
    • Tendencia a menospreciar los logros propios y sobre valorar el éxito de los demás.
Superarlo implica trabajar los pensamientos negativos y distorsionados, transformar las creencias erróneas y limitantes, en otras que se acerquen más a la realidad. Es importante identificar de dónde vienen, cuál es la situación que lo originó, sanar y perdonar.
  • De superioridad: Parece el opuesto al de inferioridad, pero no es así, tienen la misma causa, una baja autoestima. Solo que la reacción es diferente, la persona con complejo de superioridad busca encubrir, ponerle una máscara a su sentimiento de inferioridad. Trata de compensar los temas en los que se siente peor, resaltando y sintiéndose superior en los que tiene capacidades o cualidades sobresalientes.
El mecanismo de defensa es tener opiniones exageradamente buenas y positivas sobre el valor y habilidades propias, vanidad, estilo extravagante, sentimentalismo y rechazo a las opiniones de otros.

Los complejos de inferioridad y superioridad son realmente dos caras de la misma moneda; un error en la percepción que tenemos sobre nosotros mismos que genera inseguridades.


Es importante entender que somos diferentes, ni más ni menos que nadie, con fortalezas y fragilidades; pero no hay nadie perfecto. Concentrarnos en nosotros y mirar nuestros avances sin compararnos con los demás. Identificar lo que de verdad es nuestra esencia y nos constituye como seres humanos. La autoestima y la confianza en nosotros mismos no puede estar al vaivén de lo que piensen los demás.
  • Peter Pan: Los adultos que se niegan a crecer, madurar y adquirir responsabilidades. Quienes lo tienen pueden terminar arruinando su vida, caer en una crisis de ansiedad, angustia y depresión; porque los años pasan y aunque la persona se protege con una coraza, para no sentir el paso del tiempo, en algún momento pasa algo que se derrumba, y se queda con las manos vacías y una vida de insatisfacción.
  • De cenicienta: Todavía quedan mujeres, especialmente en nuestra cultura latina, que están esperando el príncipe azul para casarse, y les cuesta tener una vida independiente. Algunos síntomas son: miedo exagerado a salir de la zona de confort, idealización total de la pareja y sumisión constante.
La mejor forja de superarlo es empezar a reconocer el valor de la independencia y ver la posibilidad de ser feliz por sí misma, sin esperar que llegue el príncipe azul en el caballo blanco, porque tal vez encontrará un sapo verde.
  • Edipo: La preferencia del hijo hombre por la madre, a la que ama incondicionalmente, estableciendo un vínculo en el que el padre queda a un lado.
  • Electra: El de Edipo, pero en versión femenina; la hija que establece una relación demasiado estrecha con el padre y deja a la mamá por fuera.
  • Otelo: Celos enfermizos en las relaciones; creer que la pareja es infiel, aunque no tenga ningún  motivo para pensarlo.
Algunos síntomas que lo caracterizan son: alerta permanente y vigilancia sobre lo que hace la pareja, imposibilidad de controlar los  pensamientos y la conducta. Es un complejo que afecta mucho la relación y, al igual que los anteriores, Edipo y Electra, hace muy difícil establecer relaciones sanas con la pareja, porque hay alguien que se interpone.

Físicos
  • Gordura: Es muy frecuente y hace la vida imposible, especialmente a algunas mujeres para quienes nunca se es lo suficientemente flaca. Lleva a estar 24 horas pendiente de la báscula. Las consecuencias pueden traducirse en trastornos alimentarios graves como la anorexia y la bulimia. El tratamiento está asociado con aumento de la autoestima.
  • Altura: Por exceso o por defecto. Es importante relativizar que es alto o bajo, y entender que la imagen es solo eso, una imagen que no define quiénes somos y cuánto valemos.
  • Nariz: Es la causa de muchas rinoplastias y también de mucho descontento porque la nariz no resuelve el origen del problema que está básicamente en un problema de aceptación y autoestima.
Algunas condiciones que ayudan a superarlos 
  1. Ser conscientes que los complejos aparecen cuando nos comparamos con los demás, por la influencia de la sociedad, la moda, los estereotipos. Pero ¿qué tiene de malo ser diferente? ¿Dónde está el límite? ¿Quién dijo que hay que ser de una u otra manera?
  2. Reconocer el complejo y querer superarlo
  3. Identificar el origen, lo que pasó, lo que me dijeron y terminé creyéndolo. Es necesario entender y poner en contexto este tipo de situaciones y traumas.
  4. Diferenciar entre rasgos que no aceptamos y se pueden cambiar y otros que necesitamos aceptar y querer para vivir felices con ellos.
  5. Relativizar el complejo: ¿Realmente es tan importante? Poner sentido del humor en nuestra apariencia; tomar conciencia que somos mucho más que un rasgo físico.
  6. Aprender a aceptarnos y querernos por lo que somos, con nuestros defectos y cualidades. Me quiero, no porque sea perfecto(a) sino porque soy yo y soy único(a).
  7. No buscar la aprobación de los demás, evitar compararnos, centrarnos en nosotros y actuar según nuestros principios y valores.
  8. Ver lo positivo que hay en nosotros: Personalidad, cualidades, virtudes, y potenciarlos.
  9. Tomar conciencia que la perfección no existe, todos tenemos defectos y nos equivocamos; lo importante es ser nuestra mejor versión cada día. 


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