Esta cuarentena, consecuencia de la pandemia, nos ha llevado al aislamiento social y ha convertido el hogar en el sitio donde todo sucede: es el espacio de familia, estudio, trabajo, relajación y diversión. Las relaciones, el trabajo y el estudio ahora son virtuales; la pregunta es ¿es lo mismo? No, pero es práctico y útil.
La virtualidad no reemplaza la cercanía y el contacto físico, pero sí implica cambios importantes en la vida cotidiana en ese espacio que llamamos hogar, donde se alteran las rutinas y puede ser que estemos demasiado solos o demasiado acompañados. Una de las consecuencias, cuando compartimos la vivienda con otras personas es que el tiempo y el espacio personal parece que se han desvanecido.
Otro tema, que se deriva de esta situación, son los temores frente al uso de la tecnología, por parte de quienes no estaban habituados, especialmente las personas mayores; lo que se puede traducir en ansiedad por pensar que no se tiene la capacidad para habituarse a ella. También puede generarse ansiedad cuando la conexión falla y no es posible entrar a la reunión o clase programada. También sucede que, cuando se está 24 horas conectado a una pantalla de computador el cansancio aumenta y hay afán por terminar rápido las reuniones, lo que lleva a perder la calidad de estos espacios grupales.
¿Qué pasa con los momentos especiales de la vida que antes invitaban a la cercanía? Celebraciones, funerales, duelos, enfermedad. El tema del cuidado se convirtió en lavarse las manos, utilizar el tapabocas y mantener la distancia social; no hay muchas oportunidades para manifestar el afecto a través de una caricia o un abrazo que tanta falta hacen cuando estamos en situaciones difíciles.
Es probable que esta situación pueda llevarnos a un estado de 'deprivación afectiva', esto es sensación de soledad y abandono, aumento de la incertidumbre y mayor ansiedad.
Sobre la deprivación afectiva
Los seres humanos necesitamos reconocimiento, afecto, contención y amor, por parte de quienes nos rodean. Esto fomenta el desarrollo de una personalidad sana, adecuada y una buena autoestima.
Las carencias afectivas en los niños generan trastornos madurativos y clínicos; uno de ellos es la carencia afectiva como consecuencia de la distancia, frialdad y falta de afecto, lo que genera sensación de no ser queridos, insatisfacción y miedo al abandono, que se traduce una búsqueda constante de seguridad.
Este vacío de afecto se puede reflejar en trastornos psicosomáticos, afectivos y conductuales. Las personas que han tenido este tipo de carencia tienen sentimientos de desvalorización, baja autoestima, problemas para dar y recibir afecto, miedo al rechazo, inestabilidad en las relaciones interpersonales.
Podría decirse que el afecto es el nutriente de la personalidad, indispensable para la madurez emocional y la salud mental.Entre las señales de carencia afectiva, se pueden mencionar:
- Niños: desobediencia, ira, llanto, agresividad, inseguridad, miedo, problemas de aprendizaje, uso excesivo -adicción- a la tecnología.
- Adultos: Sumisión extrema, miedo al rechazo, dependencia, celos exagerados, miedo a la soledad, sentimientos de inferioridad, necesidad de llamar la atención.
- Monitorear los avances de la enfermedad
- Saber cuáles son las normas del día o la semana en nuestra ciudad
- Buscar respuestas y soluciones prontas a los problemas urgentes: ingresos, estudio, trabajo, salud física
- Identificar qué nos genera calma y enfocarnos en lo que está bajo nuestro control para que no todo sea trabajo, estudio y pantalla de computador.
- Sacar espacios para desconectarse y hacer algo que nos de paz y felicidad, que alimente el cuerpo y el alma: caminar, leer un buen libro, hacer jardinería, cocinar, hacer alguna manualidad.
- Generar cercanía con las personas que nos ayudan a sentirnos conectados y con afecto.
- No revisar noticias constantemente; hay muchas noticias falsas y otras que no contribuyen a nuestra paz interior, podemos suspenderlas, y asegurarnos que la noticia es cierta para no entrar en pánico innecesario.
- Practicar la empatía, no solo me pasan cosas a mí, también al otro, pero todos reaccionamos de manera diferente.
Necesitamos un buen balance entre VIRTUALIDAD y HUMANIDAD
- Levantarse cada hora, lavarse, tomar aire
- Hacer una pausa cada dos horas: caminar, tomar algo, sacudirse
- Al estar sentado, mover las piernas, girar los tobillos y hacer estiramientos con el cuello
- Aprovechar cuando suena el teléfono para hacer una pausa
- Antes de una videoconferencia: pararse, caminar y tomar aire
- Trabajar en un sitio diferente al que se descansa, en lo posible
- Generar horarios tomando tiempo para: temas personales, comidas, descanso, amigos
- Hacer acuerdos con las personas que se vive, cuidando la convivencia, armonía y salud de todos
- Si hay que estar aislado: hacer estiramientos, caminar en el espacio de confinamiento, no estar más de dos horas seguidas frente a la pantalla
- Hacer actividades que nos hagan sentir útiles para otros
- Establecer una rutina con tiempos para cada actividad
- Compartir las emociones y tomarse tiempo para gestionarlas
- Pedir ayuda profesional, si es necesario
- Hacer actividad física y disminuir el sedentarismo
- Hacer varios períodos de 10 minutos de actividad física al día, 30 minutos al día, 150 minutos a la semana
- Intentar caminar 10.000 pasos al día
- Mantener un peso saludable
- Consumir vegetales y frutos frescos
- Mantener hábitos de comida saludable: cero grasa, azúcar y carbohidratos
- Cuidar las relaciones personales: afecto, comunicación, diversión
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