Epidemia y pandemia son palabras que inspiran miedo: se piensa en un sistema médico saturado, mascarillas y muerte; sin embargo, la realidad es diferente. Una epidemia es una enfermedad inusual que aparece en un país durante un período de tiempo; un ejemplo es la viruela, que llegó a América con los conquistadores europeos a principios del siglo XVI, se calcula que hasta el 90% de los indígenas de América fueron víctimas de ésta, porque no habían estado expuestos a ella y no habían desarrollado defensas.
Una pandemia es una epidemia que se propaga más allá de las fronteras de
un país o de un continente; la lucha contra la enfermedad depende de la
cooperación entre los sistemas de salud de los países. Esto no quiere decir que
la enfermedad sea especialmente peligrosa o mortal. Cuando hay una enfermedad nueva,
muy pocas personas son inmunes y no hay vacunas, por lo que, aunque la
enfermedad sea inofensiva, muchos pueden resultar contagiados; no quiere decir
que van a morir, solo que hay muchos infectados. La gripa es un ejemplo de una
pandemia que se presenta en todo el mundo. En 1918 la gripa española mató entre
25 y 50 millones de personas, un número mayor al registrado en la Primera
Guerra Mundial; también la gripa porcina generó una pandemia en 2009. En términos geográficos, lo opuesto a una
pandemia es una endemia; cuando el número de personas que se enferma durante un
cierto lapso, es casi el mismo; p. ej., la malaria, que afecta 300 millones de
personas anualmente en todo el mundo, y es más común en los trópicos.
El mundo está en alarma porque la OMS dice que la COVID 19 se puede
convertir en pandemia, hay titulares en los medios sobre cada persona que lo
contrae ¿Qué pasaría si cada vez que alguien contrae una gripa tuviéramos un
titular en las noticias? La población
con mayor riesgo son los mayores de 65 años, por supuesto, no solo por el
coronavirus, por cualquier infección o hasta por la más mínima gripa, porque su
organismo probablemente no está en las mejores condiciones y todo se puede
complicar ¿Se muere de coronavirus o se muere porque su organismo está
debilitado y la infección genera otras complicaciones?
El problema es el coronavirus o coronapánico, como lo denomina la
revista SEMANA, o más bien la ligereza en el manejo de la información,
principalmente en las redes sociales; la falta de criterio de quienes reenvían
todo lo que reciben y además le agregan comentarios como ‘esto está muy grave’
‘esto se puede poner peor’ ‘todos vamos a morir de coronavirus’. Claro que
todos vamos a morir de alguna cosa, en algún momento, y mientras menos cuidemos
nuestra salud y la del mundo, vamos a tener más riesgos.
Me pregunto si, en cambio de poner un titular cada vez más grande sobre
los riesgos de la COVID 19 estuviéramos generando campañas por una vida más
saludable, no solo en términos físicos, también en salud mental, emocional y
espiritual. Creo que nos falta conciencia sobre lo que decimos, lo que hacemos,
y el impacto que generamos en quienes nos rodean. Si hablamos de enfermedad y
muerte, vamos a terminar muy mal y las consecuencias no se harán esperar, es lo
que está pasando con la economía mundial con el tema del coronavirus; y lo que probablemente
estamos generando con la problemática del suicidio en los jóvenes en nuestra
sociedad.
Tal vez los virus más extendidos en el mundo de hoy, que se han
convertido en pandemia, podrían ser: la superficialidad y el inmediatismo con
que se abordan los temas complejos; el individualismo y la necesidad de
protagonismo que impiden reconocer y valorar al otro como un ser legítimo; el
ruido y el activismo que bloquean la escucha e impiden generar una verdadera
conexión con el otro; por mencionar algunos.
Mi invitación hoy es que tomemos conciencia de cuál es la realidad que
estamos creando desde el lenguaje de la enfermedad y la muerte, para que
empecemos a incorporar un lenguaje más positivo alrededor del cuidado de la
vida y la salud en nuestra vida personal, en la sociedad y en el planeta.
Publicado La Patria – 4 marzo 2020