Reconocer el miedo








Parece que el miedo fuera algo terrible; sin embargo, el miedo es una emoción fundamental que aparece cuando sentimos que hay una amenaza, un riesgo, un peligro, ante el cual debemos cuidarnos. El miedo es una señal que nos invita a cuidarnos, siempre que seamos capaces de reconocerlo y darle la bienvenida, de manera que podamos identificar qué es eso que nos puede hacer daño. 

El miedo, como el resto de emociones, no es bueno ni malo; puede ayudarnos en momentos de riesgo para alejarnos del peligro o protegernos de alguna manera. Cuando lo reconocemos y nos hacemos cargo de la situación, él se aleja; pero, cuando lo negamos y nos hacemos 'los valientes' él se instala y empieza a hacerse cargo de la situación. Es cuando empezamos a vivir nuestra vida con miedo, pensando que cualquier cosa o persona puede hacernos daño.

Podríamos decir que nuestro cuerpo es el recinto sagrado de nuestras emociones; de manera que, cuando una emoción se instala en nosotros, cuando el miedo se vuelve permanente, nuestro cuerpo se cierra: brazos y piernas cruzados, hombros hacia adelante, cabeza escondida entre los hombros, son posiciones típicas del miedo; y, cuando estamos así, es difícil ir a cualquier parte.

Mi sugerencia es que no le tengamos miedo al miedo, no lo escondamos, no lo neguemos. Tratemos de reconocer cuando aparece y conversemos con él, identifiquemos cuál es la señal que nos está dando, qué es lo que necesitamos cuidar. Puede ser nuestro trabajo, puede ser nuestra salud, puede ser un ser querido, puede ser nuestra felicidad. 

En este período de pandemia es importante que resignifiquemos el miedo porque la incertidumbre genera temor, a usted y a todos. Una forma sana de enfrentar esta situación es identificar lo que necesitamos cuidar y hacerlo, no quedarnos 'rumiando' nuestro miedo, inventando situaciones que tal vez no han pasado y nunca pasarán. 

El cuento del ratón que siempre tenía miedo puede ser una forma de ilustrar nuestra relación con el miedo:

"Había un ratoncito que tenía mucho miedo al gato; un mago se apiadó de él y lo transformó en gato. Ahora empezó a asustarse con el perro; el mago usó su vara y lo transformó en un perro fuerte. Al poco tiempo el animal empezó a tenerle miedo al tigre; entonces el mago lo transformó en el rey de los felinos, un tigre inmenso. En este punto, el animal tuvo un ataque de pánico ante la presencia del cazador. El mago ya estaba cansado, cogió su varita y dijo: '¡te convierto en razón y esta vez para siempre! Nada de lo que yo haga te va a servir, porque primero tienes que aceptar y aprender a vivir como ratón". -Cuento zen-